Tiempos de confusión
Nos encontramos en la época de la información, cada uno de nosotros podemos teclear en Google y leer sobre cualquier tema en el que podamos estar interesados, para adquirir una serie de conocimientos en base a los cuales reforzaremos nuestras ideas sobre el asunto en cuestión.
El verdadero problema surge cuando nadie con competencia suficiente ha contrastado sobre todo aquello que se puede encontrar en Internet. Esta circunstancia, entre otras varias, origina que podamos pasar de la información a la confusión y, en general, esto es exactamente lo que esta ocurriendo en muchos casos.
Si a ello añadimos, que la gran mayoría de los que integramos los diferentes sectores siguiendo las directrices del propio mercado, somos cortoplacistas, nos encontraremos que la idea de confusión es a lo mejor que se puede aspirar si nos guiamos como si de un acto de fe se tratara, por todo lo que nos encontramos en las redes sociales.
Prueba de cuanto digo, son las siguientes contradicciones, la gran mayoría de la gente asegura haber comido chuletas de Buey, cuando la realidad nos descubre que solo una minoría ha sido capaz de acceder a ello. De igual manera podríamos hablar del alto porcentaje de población que cree haber comido cerdo “duroc”, cerdo ibérico de bellota, Kobe, Black Angus, vaca Rubia Gallega, o carne madurada…
Lo que en general hemos comido han sido sucedáneos e imitaciones y si hemos tenido suerte, cruces ó mezclas que llevan una mínima parte de aquello que nos anuncian.
Esta es la razón por lo cual hablo de la confusión existente, unas veces creada por desconocimiento, pero otras con la peor de las intenciones, puesto que por regla general el consumidor cree que come lo que le dicen que come, cuando en realidad eso no es cierto.
En esencia, comer producto de calidad, digan lo que nos digan las campañas publicitarias es costoso para los bolsillos de los consumidores, estamos en tiempos donde la comida ya no es por desgracia algo prioritario, ahora mismo pueda ocupar el quinto o sexto lugar de nuestras necesidades por detrás, por supuesto, de los viajes, Internet, moda, tecnología, y alguna otra más.
Para conseguir rebajar esos costes que el mercado no esta dispuesto a pagar, se buscan alternativas y en algunos casos surgen cruces de razas, o todavía algo peor, mentir sobre lo que se dice que se vende, lo hemos vivido recientemente con los bueyes cuando eran vacas y lo seguimos viendo constantemente con otras muchas carnes.
Muchas personas se sorprenderían si comieran realmente una carne de Black Angus 100 % raza pura, o un cerdo Duroc de las mismas características.
Con cierta frecuencia escucho a gente decir que el mercado no sabe nada de las características y de las técnicas de elaboración de los productos que comen y que en líneas generales puedo compartir, no obstante, lo que si tengo meridianamente claro es que todos y cada uno de nosotros sabemos lo que nos gusta.
Pongamos el siguiente ejemplo: dos platos de jamón en una mesa, en uno de ellos jamón de cerdo ibérico de bellota y en otro jamón de cerdo blanco. ¿Saben ustedes qué plato se terminará primero en una degustación?, seguro que sí lo saben y les podría garantizar casi con toda certeza que la mayoría de las personas que han hecho la prueba desconocen las técnicas de elaboración y las razas entre los dos jamones que han probado.
Lo triste de todo esto es que son muchos de los integrantes de cada sector los que se preocupan de fomentar ese desconcierto, en vez de buscar la “formación” del consumidor, que a largo plazo generaría conocimiento y este a su vez exigencia por productos de calidad.
Desde mi modestísima opinión, el consumidor debe favorecer siempre los artículos de calidad pues solo en el conocimiento se puede exigir lo mejor de cada producto, y esto, sin ninguna duda, será bueno para el sector alimentario y por supuesto para nuestra propia salud.
Si hablamos así de los productos, qué no podremos decir de todo lo que se pueda relacionar con los procesos de obtención de mejora de ese producto, por ejemplo, la tan de moda maduración DRY AGED.
Carlos del Campo.
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